(…) el capitalismo devora todos los ámbitos de la existencia que todavía pueden introducirse en el mercado. Después de haberse hecho dueño del planeta desde hace mucho tiempo, ahora intenta ahondar en su propio poder –hasta en los más mínimos detalles–. Cuanto más complejo es el sistema, más peligroso se vuelve el malestar. Eso crea la necesidad de un control lo más completo posible sobre la vida, el factor de imprevisibilidad por excelencia.
Esta lógica se encuentra en todas las tecnologías desarrolladas bajo el dominio del capitalismo. Mientras no seamos capaces de determinar –en el rechazo de toda forma de dominación y a partir de reflexiones sociales y éticas– cuáles son los avances técnicos que favorecen la libertad y cuáles los que someten y por tanto deben ser destruidos, es absurdo hablar de un uso “bueno” o “malo”. La eficacia tecnológica puede ser alcanzada solo gracias a la especialización que separa la discusión sobre sus consecuencias de las personas afectadas, relegándola así a un nivel puramente científico. Creemos que es necesario dar un paso atrás y reconocer estos avances por lo que realmente son: un ataque contra la capacidad de autodeterminación de nuestras vidas. A quien no está de acuerdo con la evolución de este mundo, no le queda ningún sitio en el que retirarse. Nuestro rechazo solo puede desembocar en una lucha dirigida a la destrucción de estas tecnologías, es decir al estremecimiento de todo el orden social que produce esta serie de monstruosidades.
[Anónimo. Contra toda dominación: ni nanotecnología, ni biotecnología, 2011]
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(…) La Nanotecnología es un medio ideal para extender ampliamente el control social. Esto puede observarse teniendo en cuenta el Veri-chip, un producto de la compañía de Florida, Applied Digital Solutions. Este chip es del tamaño de un grano de arroz y se introduce en la piel a través de una inyección. Puede programarse para acumular información acerca de la persona en la que se ha introducido y establecer comunicación con un GPS. Se presentó al mercado en abril de 2002. La compañía lo publicita como un método de almacenar el historial médico directamente en nuestro cuerpo y como un tipo de guardaespaldas electrónico para evitar los secuestros de las personas ricas. Pero otras posibilidades mucho más siniestras no son olvidadas. La compañía CEO sugiere que el Veri-Chip puede resultar una gran alternativa a la “green card” [Tarjeta para inmigrantes residentes en EE.UU.] y también ha recomendado su uso sobre niños, ancianos y presos. Una tecnología como ésta con un gran potencial para el control social probablemente será introducida de forma creciente, hasta que sea considerada como algo normal. Tras ello sólo será cuestión de un pequeño paso para hacerla obligatoria al principio a través de un chantaje indirecto: “no, no tienes que llevar este chip colocado bajo tu piel si no quieres, pero si no lo llevas no serás capaz de conseguir un trabajo, beneficios colectivos, tener una cuenta bancaria, hacer compras, etc, etc…” Pero posiblemente terminará siendo legalmente requerido con multas por negarse o quitarse el chip.
De hecho, en Gran Betraña el gobierno ha propuesto implantar estos chip a condenados por pedofilia. Estos chips no solamente registrarán la localización de quien “lo viste”, sino también la tensión arterial y el ritmo cardíaco. En otras palabras, no los signos específicos del despertar sexual, pero si aquellos relacionados con la agitación nerviosa y el miedo; el mismo nerviosismo y miedo que un× ladron× o un× saboteador× debe sentir mientras está actuando. Utilizando la alarma alentada por los medios sobre la pedofilia –un caso definitivo de crear conciencia pública a favor del aumento del control social en nombre de l×s niñ×s– el proyecto de trasladar el control social directamente a nuestros cuerpos se justifica. Y una vez que la gente se haga a la idea de que ciertas personas deberían estar monitoreadas, esta monitorización sera fácilmente ampliada en alcance.
Nanotecnología y control social
Willful Disobedience Vol. 4, No. 3-4. Otoño-invierno 2003.
Traducción de Palabras de Guerra